viernes, 18 de octubre de 2013

El maravilloso mundo de la papelería francesa

Hoy estoy dispuesta a contaros la maravillosa experiencia que he tenido con la papelería francesa. Resulta que aquí los dulces infantes (allons enfants de la Patrieeeee) desde pequeños están acostumbrados a escribir con pluma (vale, he de aceptar que este detalle me encanta)
Seguro que a mí me saldría igual

y a usar... ¡el arma del diablo! Una serie de hojas extrañas, dobles, parecidas a las que nos dan en los exámenes de selectividad.
Fui consciente de este maravilloso pero terrible fenómeno gracias a mi querida Alexia, que creo que se ha recorrido todas las papelerías de Cádiz (y más allá) buscando tan preciadas hojas (que por supuesto, no existían, aquí somos más de papel de estraza para el pescaíto frito).
De todas formas, esta es una información que guardé en mi cerebro y que, mira por donde, resurgió cuando al llegar a la Sorbona me di cuenta de que todo el mundo tenía esas dichosas hojas! Sin exagerar, parece que las regalan con las pipas... un momento, tengo que añadir una explicación: En Francia no hay barracas. No, NO HAY BARRACAS....
Todo español que se precie, come pipas

Por consecuente, alrededor de los bancos... ¡no hay cáscaras de pipas! En su lugar hay baguettes de pan.
Bueno, esta teoría está aún por verificar. 

Como iba diciendo (me enrollo más que una persiana), este tipo de hojas es muy común. Hasta aquí bien.
¡Problema!
Me han mandado mi primera tarea sorbonil y Victoria, dispuesta a darlo todo, abre el documento y...¡sorpresa! no había quién entendiera las normas de formato de entrega. 

Victoria leyendo las indicaciones

Menos mal que en este mundo existe un diccionario Francés-Gaditano en forma de chavala guapísima de la muerte, llamada Alexia (sí, es la misma de antes), que me indica que lo que me pide la profesora son esas famosas hojas de las que os he hablado.

Una Victoria llena de energía y felicidad se encamina a Gilbert Joseph, la librería más famosa de París, en búsqueda de UNA hoja doble para su trabajo.

Ja, ja, ja
Creía que sería fácil

Bendita inocencia.
No, no es tan sencillo queridos lectores, es más, estoy bastante segura de que si reviso la lista de másters de la Sorbona, encuentro ofertado el máster de Cómo Comprar Hojas Dobles.

Las hay de cuadros, de cuadros grandes, pequeños, minúsculos, de rayas, de rayas mezcladas con cuadros, blancas, con más margen, con menos margen, con una raya roja o con una raya azul, perforadas o no perforadas, en paquetes de 100, de 200, de 300 o de 600...

Victoria pasó 30 minutos delante de la estantería de las hojas, mirando paquetes sin saber qué hacer, con cara de confusión... yo que pensaba comprar UNA hoja y no sé cómo salí de la librería con un paquete de 300 y una pluma (sí, ya que estamos me hago francesa al 100%).

Y esa es la gran historia del papel francés.

Pero no todo son quejas, ¡qué va! Del resto de la semana también hay cosas que contar, por fin el mundo parisino se abre y empiezo a tener gente con la que charlar y comer. Además, este lunes decidí confiar en el ser humano y fui a una cita a ciegas.

No, no era ese tipo de cita
Lo que en verdad hice fue ir a un concierto de música barroca que una chica erasmus de la Sorbona había anunciado en Facebook. Y no, no estuvo nada mal, además conocí a un italiano, señal de que París empieza a mostrarme la cantidad de personas simpáticas te puedes encontrar con las que charlar un rato entre tanto caos.
Además esta semana ha sido la Fiesta del Cordero, y Carmen y yo nos estamos planteando seriamente cambiarnos de religión después de haber probado los dulces marroquíes de Iman y Mariem (aunque probablemente termináramos con grandes problemas de diabetes).

Además ya me ha llegado la tarjeta de sim por la que pago 2 euros al mes y tengo 2 horas de llamadas y sms ilimitados.
Hay que amortizar los sms gratis, 
así que todo momento es bueno


Siempre con amor, y con más frío que qué,
Victoria

P.D.: Mamá, tráeme jamón serrano, por Dió







sábado, 12 de octubre de 2013

Soirée espagnole, secta mormona, bailando regaetton y compras en el barrio chungo

Otra vez aquí con noticias frescas y varios acontecimientos importantes que contar!

He ido a una soirée espagnole. Para aquellos cuyo vocabulario francés no vaya más allá de café olé y bonapetí os lo explico, es una reunión después de cenar y con temática ...española! Como la tierra tira, y las ganas de ver a María y Mariluz también, pues allá que me encaminé con otra María más (y ya éramos 5 Marías, un nombre muy original ya que surge la oportunidad de decirlo). El bar no era muy grande y tenía una media de 4 españoles, 2 italianos y medio francés por metro cuadrado.

Españoles entrando en un bar en el que regalan tortilla

En un momento dado, empieza a sonar una sevillana, y allí que se lanzan las dos Marías marcándose un baile (Mariluz, sé que intentaste bailar conmigo, pero eso que yo hago no se le puede llamar bailar flamenco). Lo mejor fue cuando de repente suena "La gente canta con amor..." y medio bar grita "que viva Españaaa". Estas son las cosas que te avergonzaría hacer en tu propio país, pero que te salen del alma cuando te vas fuera. Sin duda fue una tarde-noche memorable, en la que aparte de ver cómo la gente deboraba tortilla española y gazpacho, estuve charlando con un italiano que me hablaba en el dialecto del pueblo de mis tíos. Muy surrealista todo.

Pero hablando de cosas surrealistas.... el jueves por la tarde fui por fin de nuevo a la Biblioteca François Mitterrand (la secta mormona, ¿recordáis?) y... confirmado, es un stio que da mala espina.
Llegué y tuve que dejar mis cosas en un vestidor, donde te dan una especie de cartera de plástico transparente en la que introduces todo aquello que quieras llevarte dentro, y además dejas tu abrigo y tu bolso. Después tienes que pasar por una puerta parecida a las del metro, pasando la carta de la biblioteca y atravesar no una, sino DOS puertas de metal macizo que insonorizan. 

Victoria temía encontrarse esto tras la puerta

Habiendo pasado dos puertas, mi tarjeta por dos controles distintos, andado un pasillo de 300 metros de largo, llego finalmente al mostrador de la parte que me habían indicado y le digo al hombre "tengo una reserva a mi nombre", a lo que me contesta "identificación". Le doy mi tarjeta de la biblioteca y se va. Vuelve con una caja cerrada con un moño y me dice "te asigno la plaza O-44.
Ya sentada en la famosa plaza O-44 me dispongo a abrir la caja tirando del lacito, pensando que dentro encontraría mínimo el verdadero brazo de Santa Lucía....y no, allí estaban, los documentos que tenía que consultar que eran scuicsdclzmcxusd sdnuicsc nuci<hd h//ncassf.
Probablemente no podréis leer de qué tratan esos documentos, ya que a igual que los mensajes del inspector Gadget, están cifrados y se autodestruyen. Además, todo aquello que se consulta en esa biblioteca es secreto de estado (de estado francés, claro). 

Victoria preguntándose qué narices hacía en esa secta

El viernes también tuve un plan digno de destacar. Era el cumpleaños de una chica del foyer, y quería celebrarlo yendo a una discoteca que hay cerca de casa. Después de dos horas bailando canciones estilo Vule vú cuché avé moi, se suá y demás, de repente empieza a sonar a ella le gusta la gasolinaaaaa.
Sí queridos lectores y lectoras, Carmen y yo lo dimos todo con una canción que creo que es de cuando cursé quinto de primaria.
Victoria bailando

Y para terminar mis pinillos parisinos, hoy por la mañana nos levantamos temprano para ir a quejarnos a la compañía de teléfonos Free, que me ha hecho la portabilidad del número pero sin que me haya llegado la tarjeta sim, así que me ha dejado cruelmente sin teléfono (bravo). Para pasar un día completo, fuimos unas cuantas chicas a Saint-Dennis, es decir, al barrio chungui que se encuentra fuera de París.

Indicación básica que seguir en Saint-Dennis cuando alguien te mira raro

Entramos en unas 20 tiendas en las que la ropa había sido diseñada por chinos ciegos (no hay otra explicación al respecto) entre la cual puedes encontrar algún tesoro que sea bonito. 

Y por hoy, nada más. Sólo un pequeño mensaje. Estoy acabando con las reservas de chocolate de la ciudad de París.

Os quiere, 
Victoria
Ojalá



martes, 8 de octubre de 2013

Pues hace un mes la Pepis pisa París, po sí, po sí

Ya ha finalizado otra semana en la ciudad de la luz, y voilà, hoy hace justo un mes que llegué a París. Es momento entonces de hacer balance de cómo va hasta ahora ¿no?

-La universidad:
Cuando elegí París lo hice por la universidad, qué gran fallo. La Sorbona tiene prestigio, sí, pero también tiene mil cosas malas. Como bien dice Carmen, lo único que me queda es pensar que estará escrita en mi currículum, porque la experiencia hasta ahora no está siendo como esperaba.
Para que os hagáis una idea, el otro día pasé 35 minutos buscando una clase, porque no sé quién fue el genio que le puso letras a las clases, pero letras que no corresponden a las que están en el mapa. Por cosas como estas, la clase "G-063" (por ejemplo) está en la escalera E, en vez de estar, como sería lógico, en la escalera G. El problema no se resuelve cuando encuentras la clase, pues di tantas vueltas que ya no sé ni cómo la encontré, y estoy segura de que este jueves volveré a perderme. Sin embargo, me perderé en un sitio donde grandes mentes se cultivaron y donde se respira cultura (ja ja ja ja...mentira).

De todas formas, no todo es tan malo, hay profesores que son buena gente y que se portan bien y te preguntan si sigues bien las clases... pero escasean.
Por otra parte el nivel de trabajo va subiendo! Ya me he planteado poner una cosa de estas en mi cuarto...

Estudiando desde las 8 de la mañana

Mis compañeros de clase no son precisamente el culmen de la amabilidad, aunque después de dos semanas de clases ya hay gente que empieza a sonreír (milagros de la vida) y espero que al menos pueda hacer algún amigo antes de que termine el curso.

Es más, hoy martes, en mi TERCERA semana de curso, por fin he comido con alguien, créanme que es muy triste comer sola en la universidad, pero por fin he encontrado a una chica igual de amargada con la gente que yo. Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para mi sociabilidad.

Victoria en la cafetería esperando que
alguien se siente a comer con ella

-El foyer:
El Foyer está bien, es decir, tiene sus cosillas, las normas de visitas, las cámaras de vigilancia, la comida... pero en general es agradable vivir aquí.
Una vez que te acostumbras a encontrarte al vigilante por cada esquina diciéndote hola con acento polaco y los gritos de los niños que tienen el recreo en el patio de abajo, los días se van pasando más rápidos. A lo que todavía no me he acostumbrado es a tener que estar subiendo y bajando para todo (la cocina está en el sexto, el agua en el tercero, la sala de ordenadores en el cuarto, el cuarto de Carmen en el quinto....)

 Victoria quiere una fuente en su cuarto

Me encanta ducharme aquí porque nunca se me apaga el termo 
en medio de la ducha, cosa que me pasaba en Cádiz día sí y día también.

Como en el foyer me dan la cena y por la mañana suelo comer en la facultad, 
estoy cocinando menos que el Rey.

Creo que mis compañeras de pasillo están hasta 
las narices de mis canciones de carnaval a las 9 de la mañana.

-La ciudad
París no es difícil, una vez que le coges el tranquillo al metro, a pelearte por sentarte, a caminar rápido y veloz y sortear a turistas, terminas camuflándote.

 Victoria en el metro

Lo mejor de esta ciudad es, sin duda, coger el metro, bajarse en cualquier lado (menos en Barvès-Rochechouart para no morir asesinado) y empezar a caminar disfrutando de toooooodos los edificios, plazas, monumentos... es increíble cómo cada rincón sigue sorprendiéndome.

¿Y qué tal estos días?
Pues esta semana pasada fui por primera vez a una discoteca parisina........ aunque no aguantamos ni dos horas porque la música nos taladraba la cabeza. De todas formas, Carmen y yo lo dimos todo bailando, y además un español se le acercó a María para decirle "eres como un cristal, puedes romperte" (vamos a omitir el nivel de alcohol que llevaría ese chaval en el cuerpo).

Victoria bailando en Port Maillot

También disfrutamos el sábado pasado de la Nuit Blanche, bueno, "disfrutamos" porque otra vez nos pasó lo mismo que en las jornadas de patrimonio y no pudimos entrar en nada por las colas taaaaan largas, pero al menos mereció la pena pasear por un París lleno de gente incluso a 3 de la mañana cual plaza Mina en verano. 

Esta semana en un bar de aquí habrá tarde-noche para aprender español, comer tortilla, bailar flamenco (todo aquel que sepa mis dotes artísticas con la danza se estará riendo en mi cara si imagina que YO voy a enseñar flamenco a alguien). 

Os dejo con mi gran demostración de baile "flamenco"

Besitos, Vic.


miércoles, 2 de octubre de 2013

27 de septiembre, fun, fun, fun.

Queridas y queridos, id sacando pañuelos, toallas, sábanas de franela, preparar vuestros ojos y narices porque voy a contar el fin de semana de mi cumpleaños y puede ser que caigan ríos de lágrimas (bueno, seguro que no caen, yo ya he cubierto el cupo).

El viernes 27 de septiembre (día de mi cumpleaños) amaneció nubladillo y Victoria saltarina y cantarina estaba dispuesta a que ningún parisino/a falto de all bran le amargara el día... pero no amigos, no todo es tan sencillo.
Victoria saliendo del foyer dispuesta a tener un buen día

Llegué a la Sorbona y tuve una bonita clase de fonética en la que una dulce profesora me dijo que tenía un examen el día 10 de enero. Cuando le dije que era erasmus y que si había otra posibilidad, ya que tenía billetes ya comprados me respondió "Date prisa para cambiarlos, o te costarán más caros". Bendita dulzura parisina. Estamos en un universo distinto, no somos capaces de entendernos.

Así que hice lo que hubiera hecho cualquier adolescente de película americana: irme al baño a llorar desconsoladamente como buena incomprendida de esta universidad.

Al menos los baños de la Sorbona están limpios

Después me fui a la biblioteca y vi la felicitación de mi padre, mi madre y de Alexia (ni que decir tiene que volví a llorar desconsoladamente) y me fui a clase de nuevo.

Y ahí estaba yo, entre tanto francés, dando fonética inglesa (de nuevo) esta vez con un señor simpático. Y diréis "Victoria, ves como no puedes generalizar, este sí que era simpático" claro, es que no era parisino, era inglés. Sin embargo, a este señor le gusta dar sus clases en francés, así que ahora me he vuelto experta en el francés con fuerte acento inglés. 

Pero no todo iba a ser malo, Mariluz y María me habían mandado un mensaje para que fuera a su piso (recién alquilado) y merendar con ellas, y después del día que llevaba, lo que más necesitaba era eso, ver a caras conocidas. Después de un reencuentro estilo casa de la pradera y un zapato de Mariluz roto como consecuencia, ya estaba en su casa (en la que también se encontraba María "la cordobesa").

Mariluz y yo corriendo la una hacia la otra

Mientras terminaban de preparar la merienda nos dedicamos a contarnos penas, como buenas estudiantes de erasmus que sufren el París del día a día, y sobre todo ellas, que han tenido graves problemas para encontrar alojamiento (nadie puede imaginarse cómo es este temita en París). 

Total, que como son unos soles, había una tartita con sus velas y todo y por consecuente vino el momento de cantar cumpleaños feliz. Por cierto, esto es una forma de avergonzar al ser humano, porque nunca sé qué hacer, si sonreír, llorar, cantar, taparme la cara, mirar las velas... 

Victoria intentando apagar las velas
(y Rubén soplándolas)

Pero la cámara a la primera no funcionó así que quisieron que repitiese, y cuando ya había soplado de nuevo, escucho a alguien que aplaude por detrás saliendo de la habitación.... et voilà, Lolo.



Vale, si no sabéis quién es Lolo, pues estaréis pensando: ¿es algún tipo de bombero buenorro contratado por Mariluz y María como regalo de cumpleaños? Bueno, no precisamente (bombero no entraba dentro de las carreras que le hubiera gustado hacer, y ya eso es raro, perdonen, a raíz de esta entrada se me ha informado que sí se planteó ser bombero). Lolo es, según mi madre, el que me ronda. Porque ya sabéis que todas las madres buscan expresiones y eufemismos para jamás de los jamases decir la palabra novio, entonces podemos dejar prefijado que Lolo es, entre muchas cosas, un amigo muy especial.

Y ya para seguir dando datos, ahora vive en Toulouse, donde disfruta (tanto como yo) de su erasmus. Desde aquí quiero animarle a hacerse un blog como el mío, porque Lolo en otro tiempo fue el protagonista de la serie Calimero, y seguro que os reiríais mucho de sus múltiples encontronazos con la vida francesa.  

En resumen, ha sido una sorpresa que no esperaba, que no imaginaba y que me hizo inmensamente feliz (y que por supuesto me hizo llorar cual fuente de Puerta Tierra). Pero... ¡no fue la única!

Cuando volví al foyer para cambiarme de ropa y poder robar sanwiches (nunca hay que olvidar las cosas esenciales). Subí para recoger ropa (Carmen había recogido la lavadora) dejando al pobre Lolo solo y abandonado en la puerta del foyer (recordemos que después de las 9 está prohibida toda visita), y noté que Carmen estaba más nerviosa que una lombriz en fanta, pero como yo estaba en plena exaltación de felicidad lolal, tampoco le eché mucha cuenta.

Me llevó medio a rastras a la tercera planta... y allí estaban: Auxi, Asal, María, Carmen, Elisa, Beatriz y por supuesto Iman, con un bizcocho entre las manos, con velas y cantando cumpleaños feliz. A falta de una sorpresa, tuve dos, y lo más increíble es que me la hicieron personas que acabo de conocer, a las que (evidentemente) les he cogido un cariño muy especial, y que me ayudan a seguir soportando los días en los que París me deja un poco abandonada. 

Carmen impidiendo que fuera a mi cuarto a dejar mis cosas

Nos comimos el bizcocho en la puerta de nuestro foyer y después Lolo y yo nos encaminamos hacia la torre Eiffel.

Ya os he contado entonces lo principal de este fin de semana, me guardo para mí los buenos ratos del sábado y del domingo, momentos que han sido preciosos y que animan a seguir con esto aunque haya días duros. Gracias de nuevo a vosotras, María, Mariluz y María y a las chicas del foyer, y por supuesto a ti, Lolo.

De esta semana no me guardo nada, sólo unas palabritas dedicadas a esas queridas personas que habitan la Sorbona. Dejad de ser rancios, por favor.

Quién fuera Harry Potter para lanzaros un conjuro