¿Dónde me quedé? Ah oui, el fin de semana!
Este fin de semana ha estado marcado por la visita de la madre de Carmen, con la que pasamos un sábado muy completito, visitando Montmartre, plaza de los pintores, Sacré-Coeur...
Entramos en el Museo del Romanticismo, en el que por cierto una de sus obras/cuadro/esculturas más preciadas trabaja en la cafetería y tiene forma de camarero italiano. Carmen y yo ya hemos decidido dónde merendaremos las tardes que tengamos libres aquí en París.
Y como todavía nos quedaba mucho día por delante.... ¡fondue de fromages! Es decir, imaginad... QUESO FUNDIDO PARA MOJAR COSAS DENTRO. Lo que traducido resulta, placer de dioses.
El domingo Carmen y yo fuimos a dar una vuelta con Clara por Tulleries y por el Palacio Real (porque sí, en París hay un palacio real sin que haya monarquía, ejem España, podrías aprender y dejar la Zarzuela en alquiler...).
París es una ciudad con encanto y con secretos... y qué mejor secreto que el que encontramos ese día. Existe al lado de la iglesia San Eustaquio un universo paralelo, bajo tierra, un centro comercial en el que hay una Biblioteca del cine. Así, de repente, París encierra en el subsuelo una mina del cine mundial!
Franceses entrando en el universo paralelo
Esa noche Carmen y yo hicimos un picnic bajo la Torre Eiffel, que como podréis imaginar, es un sitio precioso, bajo la luz que desprende la torre y acompañadas de una centena de parejas que muy acarameladas se besaban jurándose amor eterno. Hay que contar que vimos a una pareja besándose apasionadamente con su amiga al lado, sentada mirándoles (la pobre mía, estuvimos casi tentadas de invitarla a sentarse con nosotras). Ah! Se me olvidaba, vimos al doble chino de Harry Potter.
El lunes llegó finalmente el paquete de mi madre con toda la ropa de invierno... justamente cuando ha vuelto el buen tiempo y París nos deja ponernos mangas cortas. De todas formas me hizo muchísima ilusión recibirla y la abrí con pasión... (gracias por el espejito mamá)
Victoria abriendo la caja
El martes fue mi primer día de clase, así que me encaminé a la Sorbona (pero no al edificio bonito, sino al del barrio chungo) a mi primera clase de literatura medieval y renacentista inglesa. Suena bien eh? La profesora hablaba en francés, y todo iba bien hasta que empezó a hablar en inglés... pero mezclando con francés.
Victoria intentando entender la clase
No quiero omitir un bonito detalle: aquí la gente viene a clase en tacones, minifalda, chaqueta etc. Ahí lo dejo.
Ese es el resumen de mi semana, los tres días más perdida que el carro de Manolo Escobar y comiendo sola, porque no os he contado lo mejor: la gente no habla.
No señores, la gente entra en clase y no interactúa, se quedan en el pasillo y no te miran, no te dirigen la palabra, no te preguntan cómo te llamas o qué haces en tu vida. Queridos lectores y lectoras, ¿os imagináis alguna clase universitaria gaditana donde la gente se quede callada?
Victoria mezclándose en la fauna de la Sorbona
Durante dos días la única persona que se me acercó fue para decir: "¿Puedo llevarme esa silla?"
Y después de que me invitaran a abandonar una clase y destrozaran así mi acuerdo académico y mi horario, he conseguido volver a arreglarlo todo y tener clases a horarios decentes sin demasiados huecos.
Pero no sólo voy a contaros las cosas malas de la Sorbona, porque si por mí fuera ya me habría liado a tortas con la gente, pero como ya dije hace un par de semanas, soy una persona muy educada.
Sonrío pero por dentro estoy así
Anoche nos encaminamos las chicas del foyer y yo (éramos 8 chicas de 6 nacionalidades distintas) al Jardín de los Inválidos, donde había un picnic de erasmus en el que nos enseñaron la jerga de los jóvenes franceses. Sin duda lo mejor fue que María y yo conocimos a dos parisinos que nos confesaron que en verdad la jerga que nos estaban enseñando era mejor no usarla normalmente porque hablaríamos como canis. Así que al menos pude hablar francés (después de haber pasado toda la semana leyéndome Mucho ruido y pocas nueces y dando clases en inglés, ya casi no me acordaba de que seguía en Francia) y seguir confiando en que hay gente en París que HABLA.
Y hasta aquí todo queridos/as, la semana ha sido muy difícil, pero ya se termina!!
Ya he cantado en el metro
He comido bajo la Torre Eiffel
He corrido para coger el metro
(e incluso he saltado cuando ya estaba sonando el pito)
(e incluso he saltado cuando ya estaba sonando el pito)
¿Soy ya una parisina?