Queridas y queridos, id sacando pañuelos, toallas, sábanas de franela, preparar vuestros ojos y narices porque voy a contar el fin de semana de mi cumpleaños y puede ser que caigan ríos de lágrimas (bueno, seguro que no caen, yo ya he cubierto el cupo).
El viernes 27 de septiembre (día de mi cumpleaños) amaneció nubladillo y Victoria saltarina y cantarina estaba dispuesta a que ningún parisino/a falto de all bran le amargara el día... pero no amigos, no todo es tan sencillo.
Victoria saliendo del foyer dispuesta a tener un buen día
Llegué a la Sorbona y tuve una bonita clase de fonética en la que una dulce profesora me dijo que tenía un examen el día 10 de enero. Cuando le dije que era erasmus y que si había otra posibilidad, ya que tenía billetes ya comprados me respondió "Date prisa para cambiarlos, o te costarán más caros". Bendita dulzura parisina. Estamos en un universo distinto, no somos capaces de entendernos.
Así que hice lo que hubiera hecho cualquier adolescente de película americana: irme al baño a llorar desconsoladamente como buena incomprendida de esta universidad.
Al menos los baños de la Sorbona están limpios
Después me fui a la biblioteca y vi la felicitación de mi padre, mi madre y de Alexia (ni que decir tiene que volví a llorar desconsoladamente) y me fui a clase de nuevo.
Y ahí estaba yo, entre tanto francés, dando fonética inglesa (de nuevo) esta vez con un señor simpático. Y diréis "Victoria, ves como no puedes generalizar, este sí que era simpático" claro, es que no era parisino, era inglés. Sin embargo, a este señor le gusta dar sus clases en francés, así que ahora me he vuelto experta en el francés con fuerte acento inglés.
Pero no todo iba a ser malo, Mariluz y María me habían mandado un mensaje para que fuera a su piso (recién alquilado) y merendar con ellas, y después del día que llevaba, lo que más necesitaba era eso, ver a caras conocidas. Después de un reencuentro estilo casa de la pradera y un zapato de Mariluz roto como consecuencia, ya estaba en su casa (en la que también se encontraba María "la cordobesa").
Mariluz y yo corriendo la una hacia la otra
Mientras terminaban de preparar la merienda nos dedicamos a contarnos penas, como buenas estudiantes de erasmus que sufren el París del día a día, y sobre todo ellas, que han tenido graves problemas para encontrar alojamiento (nadie puede imaginarse cómo es este temita en París).
Total, que como son unos soles, había una tartita con sus velas y todo y por consecuente vino el momento de cantar cumpleaños feliz. Por cierto, esto es una forma de avergonzar al ser humano, porque nunca sé qué hacer, si sonreír, llorar, cantar, taparme la cara, mirar las velas...
Victoria intentando apagar las velas
(y Rubén soplándolas)
Pero la cámara a la primera no funcionó así que quisieron que repitiese, y cuando ya había soplado de nuevo, escucho a alguien que aplaude por detrás saliendo de la habitación.... et voilà, Lolo.
Vale, si no sabéis quién es Lolo, pues estaréis pensando: ¿es algún tipo de bombero buenorro contratado por Mariluz y María como regalo de cumpleaños? Bueno, no precisamente (bombero no entraba dentro de las carreras que le hubiera gustado hacer, y ya eso es raro, perdonen, a raíz de esta entrada se me ha informado que sí se planteó ser bombero). Lolo es, según mi madre, el que me ronda. Porque ya sabéis que todas las madres buscan expresiones y eufemismos para jamás de los jamases decir la palabra novio, entonces podemos dejar prefijado que Lolo es, entre muchas cosas, un amigo muy especial.
Y ya para seguir dando datos, ahora vive en Toulouse, donde disfruta (tanto como yo) de su erasmus. Desde aquí quiero animarle a hacerse un blog como el mío, porque Lolo en otro tiempo fue el protagonista de la serie Calimero, y seguro que os reiríais mucho de sus múltiples encontronazos con la vida francesa.
En resumen, ha sido una sorpresa que no esperaba, que no imaginaba y que me hizo inmensamente feliz (y que por supuesto me hizo llorar cual fuente de Puerta Tierra). Pero... ¡no fue la única!
Cuando volví al foyer para cambiarme de ropa y poder robar sanwiches (nunca hay que olvidar las cosas esenciales). Subí para recoger ropa (Carmen había recogido la lavadora) dejando al pobre Lolo solo y abandonado en la puerta del foyer (recordemos que después de las 9 está prohibida toda visita), y noté que Carmen estaba más nerviosa que una lombriz en fanta, pero como yo estaba en plena exaltación de felicidad lolal, tampoco le eché mucha cuenta.
Me llevó medio a rastras a la tercera planta... y allí estaban: Auxi, Asal, María, Carmen, Elisa, Beatriz y por supuesto Iman, con un bizcocho entre las manos, con velas y cantando cumpleaños feliz. A falta de una sorpresa, tuve dos, y lo más increíble es que me la hicieron personas que acabo de conocer, a las que (evidentemente) les he cogido un cariño muy especial, y que me ayudan a seguir soportando los días en los que París me deja un poco abandonada.
Carmen impidiendo que fuera a mi cuarto a dejar mis cosas
Nos comimos el bizcocho en la puerta de nuestro foyer y después Lolo y yo nos encaminamos hacia la torre Eiffel.
Ya os he contado entonces lo principal de este fin de semana, me guardo para mí los buenos ratos del sábado y del domingo, momentos que han sido preciosos y que animan a seguir con esto aunque haya días duros. Gracias de nuevo a vosotras, María, Mariluz y María y a las chicas del foyer, y por supuesto a ti, Lolo.
De esta semana no me guardo nada, sólo unas palabritas dedicadas a esas queridas personas que habitan la Sorbona. Dejad de ser rancios, por favor.
Quién fuera Harry Potter para lanzaros un conjuro
Oleeee aparezco en el blog jajaja
ResponderEliminarjodiendo el momento velas, si, pero es que era tan gracioso de pequeño jajajajaja